lunes, 7 de octubre de 2013

Portada de Andares Guerreros de los APUS

KACHKANIRAQMI Y EL GUERRASPAMPA
Publicado el septiembre 8, 2013 por andares

Sigo siendo impactado con la visión de Kachkaniraqmi. Sigo conmovido con la potente voz de Rosita Guzmán que me trae el eco de Chabuca Reyes. Y la desgarradora Cardo Y Ceniza, versión Sara Van. Y el trino de Magaly Solier, símbolo de la belleza y sobriedad de las huantinas. Y la mirada al cielo de Consuelo Jerí, en sus ojos el cielo de Paucaray…

Podría continuar con la lista de artistas que se lucen en el documental Kachakaniraqmi, (Sigo Siendo), pero fue con el violín de don Andrés “Chimango” Lares que me llegó el recuerdo de un viaje a Cabana Sur para gozar su célebre Guerraspampa: el combate ritual de los Danzacc.
CABANA SUR
Desde esta humilde trinchera quiero aportar algo al público que gozó Kachkaniraqmi y brindar un homenaje personal a Cabana Sur y su fiesta del agua. Y al altomisayoc don Andrés. Y al Danzacc don Basilio, “Halcón de Paico”, refugio de la ortodoxia de los danzantes de tijeras.

Se trata de una crónica publicada en 2002 y que mereció la portada de la revista Andares.

Portada de Andares
Guerreros de los APUS


El distrito ayacuchano de Cabana Sur es el último rincón del Perú donde aún se celebra el Guerraspampa, una ceremonia que suele encumbrar a los danzantes de tijeras y que sirve de telón de fondo a la fiesta del agua local y a la singular procesión de San Isidro Labrador.



Son las tres de la tarde y la gente reclama: “¡Ya pues, gobierno, que se viene la lluvia!”. El respetable llama al Guerraspampa, a la esperada batalla ritual de los danzantes de tijeras invitados a la Fiesta del Agua en Cabana Sur, Lucanas, Ayacucho, el único lugar donde aún se conserva esta antiquísima tradición andina.
En una esquina está Picaflor, de Puquio, tenso y en silencio, esperando la arremetida de su rival, el Halcón de Paico. Los agentes de la Policía Nacional tratan de controlar al público que forma un ring humano en una chacra ubicada en la zona baja del pueblo, al pie del abismo, rodeada por el imponente paisaje del Valle de Sondondo. Las barras de ambos Danzacc parecen que se van a enfrentar, se lanzan insultos en quechua y castellano mientras brindan con cerveza, pisco y chicha de jora. Los niños se han trepado a las ramas de los árboles para no perder detalles del combate. La gente ya se cansó de verlos bailar día y noche al son del arpa y del violín. Ahora toca el Guerraspampa: “¡ya pues, gobierno”!

Los danzacc y sus músicos frente a frente

Los danzantes acuden al centro del escenario. Se miden. Ni se saludan. El Picaflor sabe que es el mejor danzarín, el de las insuperables piruetas, el engreído de Puquio y Andamarca. El Halcón de Paico luce arrogante y sereno, nos mira desde su altura, sus ojos rastrean la cumbre del Oscconta, como si nada ni nadie existiera entre él y el apu nevado Ccarhuarazo.
QUICHIPAMPA
Ambos danzantes, ambos guerreros, ambos rivales, ya no lucen el típico sombrero de los Danzacc. Ahora tienen un gorrito con un pañuelo rojo que cubre sus cabezas, sobre su chaleco una casaca jean para protegerse de los feroces latigazos, sólo se identifican por los flecos y bordados de su pantalón. En vez de tijeras ahora portan recios chicotes de cuero y nudos, las armas rituales del Guerraspampa. Sus cargontes se confunden entre el público. Las autoridades se alejan de los rivales, los danzantes se juntan espalda con espalda. La batalla sólo durará tres interminables minutos. En medio de la cancha sólo queda un policía que rastrilla su fusil ametralladora AK-46 “Kalashnikov”, apunta hacia el cielo y su disparo es la orden para iniciar el combate.

Un disparo anuncia el combate ritual


Quedan frente a frente. Se miran a los ojos. Ninguno pestañea. Saben que no pueden agarrarse a golpes, sólo a latigazos. Ambos conocen el ritual: la fuerza y velocidad de los chicotazos se van incrementando, cae como relámpagos en las piernas, en el pecho, en la espalda y en la cabeza. Cualquier mortal saldría gritando de dolor, pero ellos son Danzacc. El público grita los nombres de ambos contrincantes, las barras vociferan (“esos son los cholygans”, nos dice un cabanino residente en Lima) pero no entendemos cómo pueden soportar esos latigazos que harían correr al buey más recio. El combate arrecia, los chicotazos silban en el aire y chocan con furia en los cuerpos. Ambos dan muestras de su valor, se les sale el indio. Ni un paso atrás hasta que el Halcón logra esquivar un feroz latigazo -un picotazo del Picaflor- y lanza una contraofensiva de chicotazos que se estrellan en el rostro de Picaflor. ¡Ayayayyy! grita el respetable. Picaflor sintió la pegada, retrocede sin dejar de lanzar latigazos a su rival, pero en su rostro ya se puede ver un rastro de sangre. El Halcón luce recio y arrogante y no deja de seguir a su rival mirándolo directamente a los ojos, como si los latigazos no hicieran mella en su divinizado cuerpo. Picaflor flaquea por un instante y recibe una nueva andanada de latigazos. Sus hinchas quedan mudos mientras que los partidarios del Halcón están roncos de tanto gritar. Halcón arremete a su rival, lo ofende a latigazos, su brazo no se cansa, en eso está cuando otro disparo anuncia el final de la batalla.

Viaje a la semilla

Setenta y dos horas antes del Guerraspampa y luego de casi 700 kilómetros de recorrido desde Lima Metropolitana, llegamos a Cabana Sur luego de pasar Ica, Nazca, Pampa Galeras, Puquio y Andamarca. La luz del servicio público nos permite descubrir en un oscuro rincón de la plaza a un grupo de personas que merodean en torno al campanario. Brindan con unas copitas de cañazo, pero antes de beber le ofrecen un trago a la tierra para luego secar su contenido. Uno de ellos es Juan Capcha, violinista que acompaña al Halcón de Paico, y están ofreciendo un pagapu para que la plaza sea buena durante las celebraciones del Guerraspampa y la Fiesta del Agua en honor al patrón San Isidro Labrador. Capcha le habla al Danzacc y le habla a la iglesia y le habla a la plaza. Les pide permiso no sin antes compartir unas hojas de coca bendita.

Los varayoc cumplen con el pagapu bajo el campanario

Luego de cumplir con el ritual de permiso a la plaza de Cabana, el danzante de tijeras y sus músicos se dirigen a la casa del Cargonte (anfitrión del Danzacc) para participar en la ceremonia del Anticipa del Ccataricuy. Allí nos enteramos que antiguamente el Guerraspampa enfrentaba a Danzacc contratados por cada ayllu del pueblo, pero esto acabó porque la ceremonia terminaba en batallas campales con muertos y heridos. Ahora lo organiza un solo ayllu y, sin embargo, no deja de tener su cuota de violencia y enfrentamiento.

En el Anticipa, el Halcón “principia” a danzar aun sin sus atuendos de rigor. Se exhibe ante el respetable: vecinos, familiares y amigos del Cargonte, quien invita a comer y a beber mientras duren las ceremonias. La gente aprueba al Halcón y lo invita a vestir su uniforme de Danzacc.
HALCÓN de PAICO
El ritual se realiza junto al fogón, enciende un cigarrillo y se pone el pantalón, la camisa, el chaleco, el delantal y el sombrero. Por último se calza sus clásicas zapatillas blancas no sin antes colocar unas hojitas de coca debajo de las medias. El tronar de unos cohetones advierten que su rival, el Picaflor, ya está rumbo a la plaza para la primera exhibición de danzas de tijeras.

El Cargonte y sus amigos apuran al Halcón de Paico y salen en procesión, lanzando vivas, soltando sartas de cohetecillos a los pies del Danzacc como para infundirle valor. Ambos bandos llegan a la plaza y se reciben con pifias, retándose mutuamente, hasta que se inicia el baile pero como una simple demostración de lo que sucederá en los días posteriores.
ENCUENTRO EN WIRACCAZA antes de ir a QUICHIPAMPA
Viernes sangriento en Cabana.

Las primeras luces del alba no terminan de astillar el firmamento cuando ya se puede ver al Halcón y al Picaflor demostrando sus artes. La música del violín y el arpa va despertando al pueblo y el reto de los danzantes continúa toda la mañana. No se interrumpe ni con el desayuno comunla. A eso del mediodía, se realiza el sorteo previo al Guerraspampa a orillas de una cocha de regadío. Mientras tanto, en las afueras del pueblo, los comuneros limpian la acequia, retiran la champería que obstruye sus canales, se preparan para la próxima campaña de siembra. Son las 3 pm y tenemos que correr para conseguir un buen lugar en la chacra donde se realizará el Guerraspampa. Los pobladores de Cabana llegan a pie o cabalgando, los auquinos bajan de su pueblo, los foráneos buscamos un buen lugar para las fotos de rigor.
INICIO DEL ATIPANACUY ANTESALA DEL HUACCTANACUY

El Picaflor llegó confiado al Guerraspampa

Y se lució ante el respetable

Comienza el baile con la danza del Picaflor. Suenan sus tijeras siguiendo el ritmo del arpa y del violín. Es difícil danzar sobre tierra de labranza, pero lo que más le molesta son los mojones de vaca que aparta con sus pies danzarines. La gente protesta por la falta de limpieza. Le toca al Halcón, pero antes llega danzando donde las autoridades y les presenta su saludo. El respetable reconoce su caballerosidad. Terminada la faena son ahora los policías los que mantienen despejada la cancha para el Guerraspampa, controlando de cerca a los borrachines que buscan bronca, que insultan al Danzacc rival. “Esos son los de Lima -dice un cabanino señalando a sus paisanos radicados en la capital-, sólo saben hacer escándalo”. La cancha está despejada, los Danzacc quedan solos en medio del cuadrilátero, látigo en mano a la espera del tiro de fusil que dará el campanazo para empezar la batalla…

Cada Danzacc tiene su fanaticada

Al fin de la batalla los Danzacc ensangrentados suben corriendo al pueblo seguidos por la multitud que presenció el Guerraspampa. La gente comenta el triunfo del Halcón, la ferocidad del combate entre los arpistas de ambos danzantes (ganó el que acompaña al Picaflor), y critican la “echada” de los violinistas, quienes no brindaron el espectáculo esperado previo conversado para no herirse en el combate.
Salida de la Procesión de San Isidro del Templo

Pero la fiesta continúa al día siguiente. Es sábado, al mediodía, termina la misa y sale la procesión de San Isidro Labrador, con su anda adornada con flores de cera. Siguen por una de las calles principales de Cabana Sur hasta llegar a una chacra comunal ubicada junto a un enorme tanque de agua para regar. Aquí se celebra la ceremonia de la siembra, los bueyes aran la tierra al ritmo de los feligreses mientras el cura del pueblo procede a bendecir el agua que servirá para regar las chacras de todo el pueblo.
PROCESIÓN DE SAN ISIDRO LABRADOR

Cuando abren las compuertas surgen dos comuneros vestidos de “sirenas” que bendicen a su manera el agua de regadío. El cura se aparta de la procesión y deja a los cargadores que lleven al anda de regreso a la iglesia. Pero ahora es un jolgorio, la procesión avanza y retrocede, las andas embisten a la gente, se meten en cualquier esquina, vuelve a salir casi pisando a los feligreses. “Sigue el ritmo del arado guiado por los bueyes”, nos dice un cabanino, pero otro afirma que el anda desciende como si fuera el agua del canal inundando calles y veredas. Cuando llegan a la puerta de la iglesia, reciben el saludo de los Danzacc resucitados luego del combate, de las autoridades de la fiesta, hasta que la venerada imagen se refugia entre los gruesos muros del templo.
PRUEBA en la PLAZA MAYOR
Por la tarde se inicia la competencia formal de los danzantes siguiendo las tonadas impuestas por el arpa y el violín. De nuevo enfrentados en un ring humano ubicado esta vez en la misma plaza principal, justo en la puerta del local municipal. Pero esta vez la danza sustituye al combate. El Picaflor se luce ante el respetable, el Halcón hace lo propio, pero el puquiano tiene mucha maña, sabe cómo agradar al público, hasta incorporó pasitos de breack dance y de los bailarines cosacos. La gente lo aclama mientras que en el cielo se va formando un enorme aro solar con los colores del arco iris. Una anciana me señala el fenómeno celestial: “Mira al taita sol, está contento, habrá lluvia buena para la siembra”.

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